Profundismo
ES TIEMPO DE ORGANIZAR EL CAOS. POR UNA POESÍA MATERIALISTA
8 ene 2014
Las estaciones cambian, también la práxis poética
Que no os sorprenda el fuego,
Manifiesto del Profundismo
Porque ya no basta seguir describiendo los sentimientos delinear las patológicas emociones; porque ya no basta enumerar las estrellas, llorarse de lirismo, percinarse después de cada catársis o rima; porque ya no basta escribir para chantajear a la vida. Romanticólicos, fukuyamas, sibaritas nacionalistas, diexistas, fantasmas académicos, trovadores del tópico mágico: es hora de vuestra patada en el culo.
El Profundismo es el arte de sumergirse en la peligrosa tierra encantada de los trovadores antropófagos, es la sed erótica que desfunda la simbología de los tejedores del mito, es aguja ardiente en el centro de la vida, a carne abierta. Caosmosis en la pluma y en la espada, la desgustación más nuclear del pensamiento, la desnudez cruda, precisa, temible. Es el objetivo de todos los sentidos apaleados, es atravesar el umbral del miedo con los ojos abiertos mirándole a la cara a esa Bestia burda del magin sublime. Es mirar a través de las murallas de la razón con la razón empuñada en la mano, crear un puente en llamas. Porque toda palabra es un artificio, toda palabra es una quimera que deja crecer sus raices diáfanas en la historia oculta de los déspotas, en esa oscuridad de esa caverna metafisica oirás el latido que te hará aniquilar el arte contra los Ídolos cavernarios. El Profundismo es el espejo de un abismo revelador.
El Profundismo, por lo tanto, execra todo imperativo moral liberal, la autoprofundizacion no admite límites, leyes, dogmas, es una voluntad libre que dispone de sus herramientas para un fin socio-poético. El Profundismo no es un sistema, no es un movimiento, no es siquiera una filosofía: es un carácter. Se desfunda, se abre, se arroja.
Pandemia de los mass media, ídolos, costumbristas, zafios, panarras televisivos, malófagos politicos, todas las lacras de la ociosidad anquilosada de nuestra generacion quedarán bajo la implacable suela del Profundismo, todas las cabezas de la sabiduria sobreproductora, la escuela de los fariseos en su mitología estúpidamente mágica morderán el polvo.
Es la realidad insalvable? La realidad es la jaula de la conciencia.
Es el fin de la vida la felicidad? La felicidad es una digestión, afirmamos.
Porque es menester retorcer la vida, porque es menester ocupar todas sus posibilidades, deslumbrar todos sus rincones, el Profundismo es peligrosamente consciente de su impostura porque apunta más allá de la palabra exhibida, ese museo de esqueletos articulados, su aguijón se adentra aún más allá, más adentro, duele, place, hasta desangrar la palabra en un mar original, hasta sacudir los huesos del pensamiento en espasmos dignos de blasfemia; concederle un tercer ojo a la vida. El Profundismo es un instinto.
El Profundismo es lo incontenible, es una intención alevosa contra la mediocridad, es el grito cóncavo, al rostro, es descarnamiento, desmitificación irreverente; no bastan los adjetivos, ya sobran epítetos y se extinguen los artífices: la poesia de hoy es un cadáver que se niega a morir. El profundismo es un culto a la destrucción, hija de la creacion.
Aquí. Ahora. Se fisura el cielo. Contened vuestro llanto, lo terrible no es menos profundo que la belleza. Es menester pararse en el filo de la vida.
Es
Menester
Perderle
el Respeto
a la Bida.